A veces he soñado, al menos, que cuando el día del juicio amanezca y los grandes conquistadores y abogados y hombres de Estado vayan a recibir sus recompensas -sus coronas, sus laureles, sus nombres grabados indeleblemente en mármol imperecedero-, el Todopoderoso se dirigirá a Pedro y dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea venir con libros bajo nuestros brazos, “Mira, esos no necesitan ninguna recompensa. No tenemos nada que darles aquí. Les gustaba leer”. Virginia Woolf -Un cuarto propio y otros ensayos-

Me gustaría comprar todos los libros de Tolstoi y Dostoievski que ya leí pero que no tengo en mi biblioteca. También los de Daudet. Y los de Victor Hugo. A veces me pregunto qué hice con esos libros, cómo fui capaz de perderlos, en dónde los perdí. Otras veces me pregunto para qué quiero tenerlos si ya los leí, que es la forma de tenerlos para siempre. La única respuesta posible es que los quiero para mis hijos. Sé que es una respuesta tramposa: uno tiene que salir de casa a buscar los libros que lo esperan.

Roberto Bolaño

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Wednesday, January 28, 2004

Gabriel Zaid -El costo de leer-

El costo de leer
Gabriel Zaid


EL NORTE - Sección Internacional Mayo 12 de 1996

En los países ricos, un libro cuesta varias horas de salario mínimo; en los países pobres, varios días. Si la lectura del libro toma varias horas y el lector gana un salario mínimo, el tiempo del lector cuesta lo mismo que el libro en los países ricos, y mucho menos en los pobres. Para los médicos, abogados, ingenieros, funcionarios (que en los países ricos ganan varias veces el salario mínimo, y el los pobres mucho más), la lectura cuesta más por el tiempo del lector que por el costo del libro.

Los costos de leer pueden agruparse de distintas maneras para observar su peso relativo. Los siguientes números, aunque son malos (porque varían de país a país, de año a año, de libro a libro, de lector a lector), pueden hacer menos abstracta la comparación.
1. El costo del libro, 0 a 50 dólares
2. El costo de conseguirlo (localizarlo, ir a comprarlo, pedirlo por correo, hacer trámites de pago), 0 a 20 dólares
3. El costo de catalogarlo, avisar que está disponible y tenerlo registrado en ficheros o sistemas de cómputo, 20 a 80 dólares
4. El costo de tenerlo en un lugar y en buenas condiciones, 2 a 5 dólares por año
5. El costo de un lugar para leerlo, 0 a 25 dólares
6. El costo del tiempo del léctor, 0 a 300 dólares

Observemos ahora cada concepto.

1. El costo social de producir un libro nunca es cero. Pero es posible que no le cueste al lector, por cualquier razón (recibirlo prestado o regalado, en caso extermo: robárselo). Puede ser sustituido por el costo de una fotocopia. Puede ser sustituido por el costo de una fotocopia. Puede ser aumentado por el costo de una encuadernación. Puede ser disminuido (a la mitad, a la enémisa parte) por la relectura o la lectura compartida con la familia, los amigos o los otros lectores de una biblioteca.

2. El costo de conseguir un libro puede ser extraordinario. Peregrinar de librería en librería (en muchas, se niegan a informar por teléfono) y hasta de país en país, como tienen que hacerlo algunos compradores profesionales de grandes bibliotecas que saben cuántos editores no publican catálogos, ni listas de precios, ni responden cartas y, a veces, ni siquiera envían los pedidos ya pagados; por lo cual hay que hacer el viaje para comprar, pagar, hacer paquetes y llevarlos a una mensajería, personalmente

3. ((EN CONSTRUCCION))
El costo de leer se reduciría muchísimo si los autores y los editores respetaran más el tiempo del lector. Si no se publicaran los textos que tienen poco qué decir, o están mal escritos, o mal editados. Los libros dignos de ser releídos y recomendados bajan extraordinariamente el costo de leer, y más aún si se comparten, en la familia, entre amigos y en las bibliotecas públicas.
Los barrios, las escuelas, los parques, la playas, las parroquias, los hospitales, las prisiones, deberían facilitar la lectura. Quizá también servir como centros de información práctica. directorios telefónicos, planos de la ciudad, guías, libros de cómo hacer, libros útiles para niños, amas de casas, criadas, jubilados, desempleados. En los lugares de trabajo de cierto tamañom debería organizarse un servicio de préstamo de libros relacionados con el trabajo y con el simple gusto de leer, en casa o de camino.