A veces he soñado, al menos, que cuando el día del juicio amanezca y los grandes conquistadores y abogados y hombres de Estado vayan a recibir sus recompensas -sus coronas, sus laureles, sus nombres grabados indeleblemente en mármol imperecedero-, el Todopoderoso se dirigirá a Pedro y dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea venir con libros bajo nuestros brazos, “Mira, esos no necesitan ninguna recompensa. No tenemos nada que darles aquí. Les gustaba leer”. Virginia Woolf -Un cuarto propio y otros ensayos-

Me gustaría comprar todos los libros de Tolstoi y Dostoievski que ya leí pero que no tengo en mi biblioteca. También los de Daudet. Y los de Victor Hugo. A veces me pregunto qué hice con esos libros, cómo fui capaz de perderlos, en dónde los perdí. Otras veces me pregunto para qué quiero tenerlos si ya los leí, que es la forma de tenerlos para siempre. La única respuesta posible es que los quiero para mis hijos. Sé que es una respuesta tramposa: uno tiene que salir de casa a buscar los libros que lo esperan.

Roberto Bolaño

Thursday, November 04, 2004

Abel Posse -El callado triunfo de la novela-

El callado triunfo de la novela
Abel Posse

La anual Feria del Libro de Buenos Aires estuvo dedicada a la novela. Durante quince dios críticos y creadores se preguntaron sobre la vida del genero literario más triunfante. ¿Cómo es posible que sobreviva algún género literario ante el tremendo impacto de la audiovisualdad desatada urbi et orbe? Cine, televisión, periodismo ilustrado, radio. Y sin embargo el libro, el laborioso libro, persiste. Hay un universo literario que demuestra su sólida permanencia pese a las estadísticas que demuestran la disminución cuantitativa de lectores En otras partes del mundo, con menos dificultades económicas, el libro se afirma y crece, como en España.Investigar el misterio nos fue pedido a muchos de los invitados. En general salve contadas excepciones, el novelista no se detiene demasiado a meditar sobre el género que ejercita. Todas la teorizaciones y preceptos quedan coros ante la inmensa complejidad de la “cocina" creadora de cualquier novelista Cada creador es una particularísima estética y las generaciones son más bien un una procedente ejercicio paraliterario era si es posible hablar de la ubica cien de la novela entre las costumbres de nuestro tiempo y tratar de indagar en su curiosa pervivencia.La audiovisualidad parecería haberle robado a la novela ciertos espacios inimaginables en el siglo XIX, el siglo que se considera como el novelístico por excelencia. De noche la gente no salía, sobre todo en invierno, y en cada familia burguesa había una niña lectora -generalmente solterona- que amenizaba la velada con el universo de Dickens, Balzac, Hugo, Flaubert, Teistoy. Manzoni, Galdos y los más leídos entonces: los mediocres cuyos nombres hoy ni recordamos. Hoy; entre el cine y la televisión ese hábitat de la novela parece desaparecido para siempre. La novela pasó a ser una relación intima entre el lector y el autor. Es un hecho personal.Este personalismo de la novela le otorga un poder muy especial. Entre el lector y el autor se crea una complicidad. Es más que la compinchería de dos viajeros de lo imaginarlo. Es una relación entre creadores. Ningún genero artístico salvo la poesía, permite semejante espacio de co-creación El autor emite signos, grandes orientaciones. sugerencias de conductas, pero todo esto se define en la mente del lector. Este hasta se permite introducir variaciones y cambios de acuerdo a su propia información e imaginación. El color rojo de la descripción se puede tornar escarlata o rosado (o mas lejos aún si el lector fuera daltónico). La cintura de Anna Karenina bien podria ser la de la prima de quien lee. Los atributos del jardinero de lady Chatlerley (pese al lamentable realismo del autor) cobra definición en cada lectora o lector, si es el caso.Cada lector crea una novela nueva. Una edición de cinco mil ejemplares de un mismo libro originará cinco mil novelas diferentes, cinco mil resultados diferentes. La novela-base escrita por el autor funcionará diferentemente en cada lector coautor.Género abiertoEn este sentido la conocida critica de Julio Cortázar hacia el presunto lector hembra (que quiere todo explicado, masticado y resuelto por el escritor) carece de contenido porque la novela es por esencia un género abierto y participativo. Ni el realista más minucioso y empedernido ni el lector-hembra más cumplido en caso de coincidir, podrían dejar de crear un hecho nuevo y distinto, esto es novedoso (que es lo que quiere decir la palabra "novela") Desde el realismo de Zola hasta el pesado artefacto francés que se llamo "objetivismo", lodos los intentos fracasaron en eso de quitarle su lugar de privilegio al lector. Fue éste, al fin de cuentes. quien decoro las espantosas tabernas zolianas y quien creó las verdaderas modificaciones de La modification.Mientras que en los sistemas narrativos audiovisuales se obliga al espectador a tragarse la ración de un solo golpe, imponiendo una rigurosa continuidad de relato, la novela no retiene. El lector puede irse y volver cuando quiera. Puede cerrar los ojos, pensar en otra cosa, hilvanar la al tima frase con otra parte del libro o con un recuerdo propio o con una digresión conceptual, temática o poética. Se puede deslizar por vericuetos y entrelíneas que el autor escritor ni pensó. El lector trama otro orden (o desordena el orden narrativo del autor). Aunque el autor, como Julio Cortázar en Rayuela, quiera dar otra vuelta de tuerce y crea poder prever otros órdenes posibles. Es inútil porque de todas maneras el lector lo hará sin pedir permiso. La palabra “público” tiene connotación de cantidad y de pasividad receptiva. Aunque se hable de público de la novela, es una Impropiedad. La novela no tiene publico, sólo tiene cómplices solitarios y siempre distintos.Es en el mundo de la audiovisualidad donde aparece ese Público hembra cortazariano. En el cine y la televisión todo está perfectamente definido la cantidad de la luz del atardecer, la cantidad de piel que se muestran los amantes, el tamaño y los decorados del salón, el sombrero de Anna Karenina y su cintura (que ya no será la de aquella prima de las siestas de lejanos veranos). Demasiado precisas esas dunas del afligido Lawrence en el desierto de Akava. En este caso hubo un solo creador, un autócrata que casi ocupó todos los espacios. El público hembra, pasivo, ha sido violado por la omnipresencia y la perfección del sistema visual. Se llevara todo -pero sólo- lo que el señor 'director' quiso dar.Pretender dar demasiado en el blanco, cubrir todo su espacio, puede hacernos perder el blanco Esto es algo que supieron y enseñaron los maestros del Zen. La audiovisualidad que pretende conquistar toda la narración, termina perdiendo la partida ante la fuerza de la complicidad lector-autor.Sin embargo cualquier escritor realista o costumbrista que sea novato podría desesperar de envidia ante el poder del cineasta que con dos pantallazos resuelve varios párrafos de tediosa descripción Pero deberla pensar que el triunfo de lo visual es bastante efímero. Tiene la plenitud cautivadora pero efímera de todo lo aparencial Hay algo de bidimensionalidad Faltan las proyecciones. Perspectivas y enriquecimientos de lo reflexivo. Vivimos siempre ante lo evidente v lo aparencial, tal vez en esto resida la debilidad de la narración visual, muy pocas escenas difieren de las que vemos siempre. Por esto olvidamos tan pronto. Cuando pasan los años los filma se desdibufan. Sólo nos quedan retazos, grandes escenas, algunos pocas estos inolvidables. Un viento de olvido se lleva miles y miles, kilómetros de celuloide, Es cama vida sin consistencia como existencia frívola que se aleja de nuestra mente para siempre. Pocas veces los seres de la pantallas dataron de ser bidimensionales y se tiraron espesor existencial. El índice de envejecimiento y mortalidad del cine es altísimo en comparación con la novela y la poesía, pese a que aquél sea un género de este siglo solamente.Máquina para crearLas novelas, incluso las malas, viven mucho tiempo en nuestro recuerdo, a veces en nuestro yo profundo. No se olvida lo que uno mismo ha creado o ayudado a perfeccionar. Sabemos cuándo y en qué momento de nuestra vida hemos leído o convivido alguna novela importante. Hemos trabajado para leer las tediosas parrafadas de Proust o los laberintos de Hermann Broch. Pasados los años llevamos sus universos como propios. Si tuvimos la paciencia y el trabajo de terminar la Recherche, para siempre nos llevaremos el inolvidable Paris de fin de siecle, todo un universo de seres que serán tan nuestros como lo fueron de Proust.Nos hemos ido de sus páginas. tal vez las hemos retomado meses o años después Nos hemos cansado, maravillado, disentido y consentido Hemos protestado, elogiado o renegado. Leer era crear, era vida. La novela era una maquina para crear. Su convivencia ha sido como un matrimonio discordia. delicia, fatiga, fruto.Tal vez lo dicho contribuya a aclarar la exitosa sobrevivencia de un género que muchos dieron por muerto cuando entró en su apogeo el cine, Se dijo que era un género decimonónico Pero se equivocaban: soportó raudamente la marea audiovisual y se asoma con renovado empuje al nuevo siglo. Gana espacios geográficos en continentes que están adoptando la novela como un importante medio de expresión, tal el caso de África y el auge en Asia, especialmente en China.En un mundo de sonora silencio audiovisual, de interesada desinformación politice ejercida a través de une lamentable subcultura de masas, la novela (y la palabra escrita) siguen siendo una garantía de libertad y democracia. La intima relación del autor con el lector crece y se fortalece sin estrépitos. Es una amistad, un acuerdo, un momento de sosiego, tal vez una subversión contra la mentira de esa "palabra pública" que obsesionaba a Kierkegaard.