A veces he soñado, al menos, que cuando el día del juicio amanezca y los grandes conquistadores y abogados y hombres de Estado vayan a recibir sus recompensas -sus coronas, sus laureles, sus nombres grabados indeleblemente en mármol imperecedero-, el Todopoderoso se dirigirá a Pedro y dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea venir con libros bajo nuestros brazos, “Mira, esos no necesitan ninguna recompensa. No tenemos nada que darles aquí. Les gustaba leer”. Virginia Woolf -Un cuarto propio y otros ensayos-

Me gustaría comprar todos los libros de Tolstoi y Dostoievski que ya leí pero que no tengo en mi biblioteca. También los de Daudet. Y los de Victor Hugo. A veces me pregunto qué hice con esos libros, cómo fui capaz de perderlos, en dónde los perdí. Otras veces me pregunto para qué quiero tenerlos si ya los leí, que es la forma de tenerlos para siempre. La única respuesta posible es que los quiero para mis hijos. Sé que es una respuesta tramposa: uno tiene que salir de casa a buscar los libros que lo esperan.

Roberto Bolaño

Monday, November 15, 2004

Daniel Pennac -Los Derechos del lector-

Allá en el ya lejano 92, cuando Barcelona paseaba la antorcha olímpica, y un servidor debía de estar finalizando el instituto (más que recuerdos de la época, lo que tengo son olvidos), la editorial Gallimard lanzó a la palestra un breve libro que rápidamente fue reconocido por toda la crítica europea, el libro se titulaba “Como una novela” (Comme un roman) y su autor era el francés Daniel Pennac.¿Qué es lo que ofrecía aquel libro? Como una novela era un ensayo en el que se exponía como tesis principal el placer de la lectura (cuando se pronuncia la palabra ensayo algunos lectores se ponen a la defensiva, pero en este caso garantizo que hacerlo supondría perderse un buen libro).
Dicen que los mayores avances de la ciencia presentan la facultad que son hermosamente simples -lo difícil es que a alguien se le ocurran-, algo así ocurre con este libro. En su experiencia como docente Pennac llegó a la conclusión que para hacer nuevos lectores no hay que obligar al niño a leer lecturas aburridas, sino contagiarle el amor por la lectura. ¿Por qué sino la mayoría de los lectores suelen haber tenido unos padres también lectores? A modo de conclusión, diriamos que tiene mucha más importancia entusiasmar al alumno para que comience a leer por puro placer, que pasarse todo un curso intentando calificarlo como buen o mal estudiante. Las conclusiones de Daniel Pennac quedaron plasmadas en su conocido decálogo.
Los Derechos imprescindibles del lector

1. El derecho a no leer.
2. El derecho a saltarnos las páginas.
3. El derecho a no terminar un libro.
4. El derecho a releer.
5. El derecho a leer cualquier cosa.
6. El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual).
7. El derecho a leer en cualquier sitio.
8. El derecho a hojear.
9. El derecho a leer en voz alta.
10. El derecho a callarnos.